La corriente eléctrica no llegó a Cubla hasta 1922. Y entonces, cuentan, era una chicharrica que no alumbraba casi nada, si no estabas bajo de la bombilla prácticamente no se veía. Se veían perfectamente los filamentos.
Hasta entonces la luz la obtenían con candiles de aceite. También tenían unos carbureros que funcionaban con petróleo, que eran como un candil pero redondo, y eran de hojalata, le ponían una mecha y hasta que se acababa el petróleo. Otras lámparas funcionaban con tea, eran los llamados morillos. Cortaban astillas pequeñicas y hacían como hoguericas dentro del morillo. Las teas se sacaban de los tocones de los pinos, del centro del pino. Las cerillas las compraban en Teruel.
Me contaba una mujer que se hizo un velo para las fiestas a la luz de un morillo de esos, lo que tuvo que padecer la vista durante tantas horas con esa pobre luz.
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