La vida en Cubla en el siglo XX

Acaba de comenzar el siglo XX, no ha llegado al pueblo ni el agua, ni la luz, no hay carreteras, ni caminos de carros, las calles se llenan de barro cuando llueve, el médico a trece kilómetros de sendero, cocinas a leña...

Queremos hacer un esfuerzo por que no se olvide lo que fue la vida en Cubla a principios del siglo pasado.







martes, 23 de noviembre de 2010

La luz

La corriente eléctrica no llegó a Cubla hasta 1922. Y entonces, cuentan, era una chicharrica que no alumbraba casi nada, si no estabas bajo de la bombilla prácticamente no se veía. Se veían perfectamente los filamentos.
Hasta entonces la luz la obtenían con candiles de aceite. También tenían unos carbureros que funcionaban con petróleo, que eran como un candil pero redondo, y eran de hojalata, le ponían una mecha y hasta que se acababa el petróleo. Otras lámparas funcionaban con tea, eran los llamados morillos. Cortaban astillas pequeñicas y hacían como hoguericas dentro del morillo. Las teas se sacaban de los tocones de los pinos, del centro del pino. Las cerillas las compraban en Teruel.
Me contaba una mujer que se hizo un velo para las fiestas a la luz de un morillo de esos, lo que tuvo que padecer la vista durante tantas horas con esa pobre luz.

sábado, 13 de noviembre de 2010

La casa

Voy a intentar describir cómo era mi casa, que pienso que era como muchas otras en Cubla. Paredes anchas de piedra y adobe (una mezcla de arcilla, arena, agua y paja) soportaban la estructura de la casa. Sobre la puerta un arco de piedra. La puerta era de madera y de gran tamaño, para que pudieran pasar por ella las caballerías. Tras la puerta había una sala grande, que servía de paso a las cuadras y al corral, que quedaban tras una puerta. La cocina estaba a la izquierda, una escalera, enfrente, subía hasta las habitaciones, y otra pequeña puerta que llevaba a una despensa, debajo de la escalera. En la sala había un banco de piedra.
La cocina era pequeña, era la única estancia de la casa que tenía ladrillos de barro en el suelo, el resto de la vivienda tenía el suelo de tierra. En la cocina existía un hogar, con una cadena enganchada de la chimenea y que era donde se colgaba el caldero o la sartén al hacer la comida. Una alacena empotrada en la pared, donde se guardaban los pucheros, calderos y sartenes, y algunos tarros con diversos alimentos: garbanzos, arroz, azúcar…. En otra de las paredes existían unos estantes de obra donde se colocaba la vajilla. Debajo del último estante se colocaban los cántaros de agua. Dos pilas de piedra, una para fregar y otra para aclarar. Una mesa cuadrada y cuatro sillas de madera con asientos de enea. Una pequeña ventana en lo alto de una de las paredes, por donde casi no entraban luz y que serviría, probablemente, para ventilar la cocina por el humo de la chimenea.
Las paredes eran de yeso, y se pintaban con cal blanca, que además de blanquear las paredes, servía para matar todos los insectos y parásitos de ellas. Los techos tenían las vigas de madera a la vista y, entre ellas, unas bovedillas cubiertas con yeso.
En la primera planta existía una habitación para amasar el pan, donde estaban la artesa, cestas y otros utensilios para la elaboración de pan y pastas. Una gran sala con camas distribuidas por ella y una alcoba, que era la habitación del matrimonio. Estas habitaciones estaban encima de las cuadras, para aprovechar el calor que desprendían los animales.
Una puerta separaba un gran granero de la sala. Una ventana, que se utilizaba para subir y bajar hierba (pipirigallo, alfalfe…). La escalera subía una planta más, hasta un segundo granero. Se trataba de un espacio diáfano con el techo abuhardillado y una pequeña ventana, que se utilizaba para ventilar.
El corral se utilizaba, además, como cuarto de baño. Había que ir en cuidado con el gallo, pollos o gallinas cuando hacías tus necesidades, no te fueran a picar. El suelo estaba cubierto de paja. Al terminar, se cogía un puñado de paja y se tapaban los excrementos, más que nada por no pisarlos sin darte cuenta la próxima vez que entraras al corral. La paja, los excrementos de humanos y animales, el agua… iban formando un abono estupendo que luego se utilizaba en los campos.

martes, 9 de noviembre de 2010

El corral

Prácticamente todas las casas contaban con un corral. Gallinas, conejos, cerdos, alguna oveja, burros y machos. Cada especie tenía su sitio: los cerdos en las cortes, los conejos en las conejeras, los burros y los machos en las cuadras, que era un rincón cubierto dentro del corral y estaban atados cerca de los pesebres. Las ovejas estaban encerradas también con unas cercas, y los pollos, gallos y gallinas solían andar sueltos por el corral, aunque tenían sus gallineros, que ocupaban por la noche o para incubar los huevos.
La comida que les daban se calificaría en nuestro tiempo como 'cocina creativa': los moñigos de las caballerías, junto con harina, mezclado, se lo echaban a las gallinas y cerdos para comer. Hojas de olmo secas también se las echaban de comer a los cerdos.
Gamones, una planta que se cría por la Venenza, de tallos largos y pequeñas flores rosas. Lo hacían en cisclas, como hacen con los ajos, y se colgaban en las paredes del pueblo. Después se escaldaban en agua hirviendo y mezclado con harina se la daban a los cerdos. Para San Lamberto era cuando cogían. Aún hay quien recuerda cuando estaba en el baile y al acabar echaban un pregón: 'Mañana se desvelan los gamones', y todo la gente renegaba.
A los animales también se les daba pipirigallo, que se plantaba en secano, y todo el pueblo tenía plantado, o alfalfe, que sólo podía plantar el que tenía huerto. También se les echaba cebada de la que sembraban, y paja. 'Ya tenemos segado para la molinada', se decía en el pueblo. La molinada era lo que se recogía para la harina de casa. 'Ya tenemos comida para las caballerías y las ovejas' . La gente ya podía respirar tranquila.
Las peladuras de patatas, fruta, ... también servía de alimento para los animales.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La colada

Para hacer la colada se ponía la ropa en un cocio redondo. Tapaban el agujero del fondo con un trapo y metían la ropa mojada. Después ponían encima, envuelta en un trapo, ceniza y algo de jabón. Jabón poco, porque entonces no podían hacer mucho ya que se hacía con la grasa del cerdo o del cordero y, habiendo hambre como había, los animales no salían con mucha grasa. Mientras, en un caldero, ponían agua a calentar. Cuando estaba bien caliente la iban echando por encima del trapo con la ceniza y el jabón. Quitaban el tapón del cocio, el agua pasaba por el jabón y la ceniza y se colaba entre la ropa, para finalmente salir por el agujero del fondo, y la hacían retornar al caldero, que estaba al fuego. La ceniza le daba suavidad a la ropa y esta quedaba bien limpia.
El cocio se situaba en alto, en una mesa por ejemplo. Luego una canaleta unía el cocio con la caldera. Iban colando el agua por la ropa repetidas veces y luego la aclaraban con agua. El aclarado lo realizaban en unas gamellas de madera, similares a las que se utilizan aún en la matanza.
La ropa se lavaba a lo mejor dos veces al año.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El fuego


Me contaba un anciano de Cubla que recuerda, de cuando era pequeño, que al levantarse por las mañanas, la primera tarea de la casa era encender el fuego del hogar, para preparar el desayuno, calentar la casa... Y que su padre lo enviaba con una astilla de tea a buscar fuego, para intentar ahorrarse la cerilla. Me contaba que salía a la calle y miraba hacia los tejados para ver de cuál salía humo, y una vez localizado se acercaba a la casa y pedía que si le dejaban encender la tea. Con la astilla encendida regresaba a casa y encendía la leña.
Entonces los montes estaban completamente limpios, la necesidad de leña era constante: cada vez que se cocinaba había que encender o la cocina de leña o bien el hogar, en invierno para calentar la casa encendían la estufa, era precisa también, y en gran cantidad, para el horno del pueblo, en el que cocía pan y tortas todo el pueblo, al menos dos días a la semana.
Se hacían batidas de pinos (suertes) y a cada vecino le tocaba una parte. Además ya se encargaban de recoger todas las ramas secas que hubiera por el monte cuando escaseaba la leña en casa.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Foto de principios del siglo XX

Comenzamos la andadura por el siglo xx con esta foto, rescatada de la página web de Cubla, en la que se puede ver la fuente en la plaza, los pórticos del ayuntamiento, el antiguo olmo y la torre de la iglesia, aún sin el reloj, concretamente con un reloj de sol.
La gente del pueblo posaba para la foto.
El agua llegó a Cubla, que no a las casas, en el año 1914. Hasta entonces la gente tenía que ir a por agua a las fuentes y pozos que existían en los alrededores del pueblo: la Fuente Primera, El Hocino... a través de caminos de caballerías.
En el ayuntamiento estaban las escuelas, en la primera planta, y en la planta baja existían unos calabozos, y en los porches había un trinquete donde se jugaba a pelota a mano.