Prácticamente todas las casas contaban con un corral. Gallinas, conejos, cerdos, alguna oveja, burros y machos. Cada especie tenía su sitio: los cerdos en las cortes, los conejos en las conejeras, los burros y los machos en las cuadras, que era un rincón cubierto dentro del corral y estaban atados cerca de los pesebres. Las ovejas estaban encerradas también con unas cercas, y los pollos, gallos y gallinas solían andar sueltos por el corral, aunque tenían sus gallineros, que ocupaban por la noche o para incubar los huevos.
La comida que les daban se calificaría en nuestro tiempo como 'cocina creativa': los moñigos de las caballerías, junto con harina, mezclado, se lo echaban a las gallinas y cerdos para comer. Hojas de olmo secas también se las echaban de comer a los cerdos.
Gamones, una planta que se cría por la Venenza, de tallos largos y pequeñas flores rosas. Lo hacían en cisclas, como hacen con los ajos, y se colgaban en las paredes del pueblo. Después se escaldaban en agua hirviendo y mezclado con harina se la daban a los cerdos. Para San Lamberto era cuando cogían. Aún hay quien recuerda cuando estaba en el baile y al acabar echaban un pregón: 'Mañana se desvelan los gamones', y todo la gente renegaba.
A los animales también se les daba pipirigallo, que se plantaba en secano, y todo el pueblo tenía plantado, o alfalfe, que sólo podía plantar el que tenía huerto. También se les echaba cebada de la que sembraban, y paja. 'Ya tenemos segado para la molinada', se decía en el pueblo. La molinada era lo que se recogía para la harina de casa. 'Ya tenemos comida para las caballerías y las ovejas' . La gente ya podía respirar tranquila.
Las peladuras de patatas, fruta, ... también servía de alimento para los animales.
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